Por Jesús Ramos
Los partidos políticos han hecho del dinero público su oficio más rentable y menos transparente. Viven del erario, se alimentan del presupuesto y echan rollos de decencia hasta por los codos.
Lo hacen con la serenidad del ladrón de guante blanco, ya les conocemos, ellos creen que nos doran la píldora, no es así. Tomemos el caso de Morena Puebla, este año, sin elecciones ni mítines el partido recibió 117 millones de pesos en prerrogativas.
Formidable suma, ¿cuántas acciones a favor de la población pueden hacerse con ese dineral? Un montón. ¿A cuántos damnificados de la Sierra Norte y Veracruz puede ayudárseles? A Miles.
Está bien que no den visos de querer desprenderse de tantos millones para ayudar a las familias en desgracia, aquí el asunto, es que tampoco lo transparentan como tendrían que hacerlo ante la Ley. Olga Lucía Romero Garci-Crespo tan sólo ha justificado 9.5 millones de ese dineral de acuerdo a reportes oficiales.
¿En qué se gastaron lo gastado? Dos talleres para la mujer y la impresión de su periódico La Regeneración. Es todo. El resto, 107.5 millones camina como un fantasma por las cuentas del partido. No hay informes, no hay rastro.
Mientras menos sepan mejor, pensará Olga Lucía. Guarda prudente mutismo, no explica, no aclara, para qué, como ocurre en todos los partidos, la transparencia no es una obligación ética, sino un trámite molesto.
Hace apenas unos meses, el Instituto Electoral del Estado sancionó a Morena con 4.9 millones de pesos por no justificar correctamente su gasto del año pasado. Nada cambió. Al partido le valen gorro las sanciones.
Nada de eso le inmuta. Si la sanción es menor que la ganancia la opacidad deja de ser un error para convertirse en estrategia. Es el cálculo frío del poder. La multa se paga y se quedan con el resto.
Morena no es el único, los demás partidos, esos que se indignan cuando hablan de corrupción, no cantan mal las rancheras. En su momento hablaremos del PAN, PRI, Verde, PT, MC y los demás, todos practican la misma aritmética inmoral, multiplican el dinero público y se hacen tontos con la rendición de cuentas.
En Puebla, como en el resto del país la transparencia partidista es una quimera, una palabra linda que se pronuncia en discursos, pero que se olvida en los balances. Los partidos viven de la democracia sin respetarla, exigen confianza escondiendo los números, practican la simulación a cada rato. @analisistv











