Por Carlos Clemente
Cientos de personas marcharon este domingo en Ajalpan. No por una causa política, ni por una fiesta patronal. Marcharon con dolor, con rabia y con el retrato de una joven de 19 años: Estephany Carmona Rojas, soldado de la Guardia Nacional, poblana, muerta de dos disparos en la frente mientras recibía instrucción militar dentro del Batallón 51 en Acapulco, Guerrero.
El caso estremece no sólo por la brutalidad, sino por el silencio institucional que la rodea. Nadie da la cara. Nadie explica. Nadie responde.
Su madre, Fernanda Rojas, no tiene dudas: su hija era víctima de acoso por parte de su instructor, el sargento segundo de nombre Yahir, el mismo que presuntamente estuvo con ella el día en que murió y que se dio a la fuga.
“Mi hija me lo dijo”, repite entre lágrimas. Se lo confió en llamadas, en mensajes algo andaba mal, aunque el uniforme y la jerarquía impusieron silencio.
Durante la marcha, Fernanda habló fuerte y claro: “Que no encubran las porquerías que hay dentro de la Guardia Nacional”. Su clamor se sumó al de decenas de voces que exigieron justicia no sólo para Estephany, sino para todas las mujeres que han sido víctimas de acoso dentro de las fuerzas armadas y de cualquier institución que presume disciplina, pero ejerce impunidad.
Desde que entregaron el cuerpo, ningún mando de la Guardia Nacional se ha comunicado con la familia. El coronel Héctor Zamudio, responsable del Batallón 51, “nunca dio la cara”.
Primero le dijeron que fue un accidente. ¿Un accidente con dos disparos en la frente? La versión se desmorona sola. Lo que hay es un feminicidio y una institución empeñada en guardar silencio.
Hasta ahora la Fiscalía de Guerrero no han informado sobre la detención del sargento señalado, pese a que algunos medios locales lo consignaron desde el sábado. Tampoco hay avances ni resultados de peritajes, ni una sola autoridad se ha comunicado con la madre de la víctima.
La Guardia Nacional prometió mantenerla informada, pero quedó en promesa. La familia no sabe nada. Nadie les ha explicado qué pasó ni por qué una joven que soñaba con servir a su país terminó asesinada en las instalaciones de una institución que presume “honor y lealtad”.
El feminicidio de Estephany Carmona Rojas es un golpe a la confianza en las fuerzas armadas y una herida abierta para Puebla. Su madre no busca venganza, busca justicia. Pero en este país, la justicia tarda, se esconde o se uniforma de silencio. @analisistv










