Por Jesús Ramos
En San Andrés Cholula descubrieron una nueva forma de hacer deporte. Correr detrás del dinero público. Guadalupe Cuautle lo logró. Con bombos, platillos y una sonrisa de catálogo, presentó la rehabilitación del Deportivo Quetzalcóatl por la módica cantidad de 18.5 millones de pesos.
Leyó bien, dieciocho millones y medio. ¿Y que se hizo? Ponerle tartán a la pista de atletismo, pasto sintético a la cancha de fútbol y pintar lo que ya existía, cirugía estética pagada como si hubieran empastado los estadios Azteca y Cuauhtémoc juntos.
El lunes pasado José Luis García Parra, coordinador del gabinete estatal, informó de la inversión de 280 mil dólares del gobierno de Puebla para empastar y rehabilitar el drenaje del estadio Cuauhtémoc, el proyecto equivale a 4 millones 760 mil pesos. Compare esta cantidad con la desproporcionalidad de la alcaldesa Cuautle.
Los números no mienten, pero los presupuestos municipales sí. Según empresas constructoras consultadas, una unidad deportiva nueva, desde los cimientos hasta los reflectores, con vestidores, baños, gradas, porterías, mallas, tartán y pasto sintético, apenas rebasa los 10 millones.
Guadalupe Cuautle prefirió pagar casi el doble por remozar algo que ya estaba ahí. La aritmética política tiene su propia lógica, si cuesta diez millones, se cobra 18.5 millones con aplauso gratis.
No hay obra pequeña cuando el presupuesto es grande. Los alcaldes parecen convencidos de que los ciudadanos no se enteran, no comparan, no hacen cuentas. Pero los costos inflados saltan a la vista como una pista recién pintada, brillante, con olor a negocio.
El truco es simple, cambiar el nombre de mantenimiento, por el de rehabilitación, adornar con listones, invitar a los medios y cortar el listón inaugural. En la política municipal, la brocha gorda no sólo pinta muros, también maquilla cifras.
Mientras tanto, los vecinos se ilusionan con una obra que no es nueva, sino reciclada. Aunque eso sí, pagada a precio de lujo, como si el tartán fuera de oro y el pasto sintético de billetes.
Así, Guadalupe Cuautle nos enseña que en la administración pública la austeridad sólo existe en los discursos, en la práctica basta una mano de pintura para justificar millones y una pista para encubrir el verdadero deporte de moda en los ayuntamientos, el atletismo presupuestal.@analisistv











