Por Jesús Ramos
Tres alcaldes de Puebla hundieron sus carreras políticas en el naufragio de Adán Augusto López y el financiero Fernando Padilla. Ellos son Omar Muñoz de Cuautlancingo, Alejandro Barroso de Tehuacán y Roberto Solís de Huejotzingo.
Los tres edificaron sus sueños de poder atados a la espalda del exsecretario de Gobernación, y ahora, sin su regazo no les queda refugio, padrino ni futuro. Fueron los ahijados de la escuela adanista poblana.
Recibieron el padrinazgo de Adán Augusto para ser lo que son, también el recurso económico de Padilla, empresario farmacéutico que surtía dinero con la receta extendida del hoy senador en desgracia.
Aquella alianza entre política y negocio fue rentable mientras el amigo de Hernán Bermúdez todavía no era sorprendido ni aprehendido por la justicia, pero cuando sus estrellas se apagaron los municipios que dependían de su luz quedaron en tinieblas.
Solís Valles creyó que en Huejotzingo sería intocable, sin embargo, el escándalo de su padrino lo dejó sin protección. Alejandro Barroso en Tehuacán anda callado a ese respecto, aunque todos saben que la ciudad que gobierna se la dio Adán y los millones de la campaña Padilla.
Omar Muñoz en Cuautlancingo, el más discreto del trío, igual se quedó sin la mano que lo sostuvo e igual que los otros tres camina descalzo con el prestigio en ruinas y la esperanza en coma.
La caída de Adán y sus presuntos vínculos con La barredora se convirtieron en una bomba de fragmentación política. La onda expansiva destruyó su capital moral, pero también el de sus protegidos quienes están marcados por la sospecha de malos pasos y amistades.
Nadie en Morena se atreve a poner las manos al fuego por ellos, menos lo harán para apoyar su reelección. En los tres municipios habrá candidatos nuevos, nada que tenga que ver con Adán ni con Padilla, dúo de trabajo coordinado en lo político y presunciones feas.
Los tres alcaldes de Tehuacán, Cuautlancingo y Huejotzingo que hace poco presumían cercanía con el exsecretario de Gobernación hoy son los apestados de la nueva clase política que les margina del grupo. Nadie los llama ni les quiere cerca están en desgracia.
Algún día comprenderán que el error no fue creer en Adán, sino haber vendido su alma al mejor postor. La política cuando se confunde con negocio termina en quiebra moral y desprestigio. Helas ahí las viudas de Adán, caminan sin rumbo con la sombra del escándalo siguiéndolos. @analisistv